jueves, 12 de diciembre de 2013

01. Mirando por Sylvana


          Fui destinado al sector europeo de Germania como ayudante de administraciones. Al llegar pude constatar el carácter inamistoso de esa raza y su desagrado, pero no por nosotros, si no en general por el resto de Europa al sentirse abandonados durante la guerra, los cuales permitieron que invadiéramos todo su continente apoderándonos de sus reservas de oro. Aunque en lo personal lo que mas me desagradaba es mi nula capacidad para entender dicho idioma, pero no interesaba ya que mis funciones solo eran administrativas y muy lejanas del contacto con la ciudadanía, solo revisando inventarios de nuestro abastecimiento para mi ejército. Además en un cargo tan insignificante no necesitaba relacionarme con esa gente.
          Pero esas cosas de la vida y debido a tantas incidentes del destino, quedé a cargo de la zona de aterrizaje y lanzamiento de las naves de transporte. Un simple oficial de bajo rango hubo de estar durante 5 días decidiendo los permisos de despegue y aceptación de entradas a nuestro espacio aéreo de esas naves, pero obviamente mi ayuda fueron 2 oficiales que notaron mi absoluta inexperiencia y ellos suplieron con la suya mis faltas de pericia, además que uno de ellos se hacía entender perfectamente en ese idioma tan difícil para mí. Convencido estoy de que mi carácter de mucha humildad hizo que ellos sintieran compasión de mi y me ayudaron, aunque talvez porque sabían que yo no era como el habitual compatriota de esos años: arrogante, ambicioso y propenso a escalar rápidamente peldaños de rango a expensas de otros, es mas sabían que si me iba bien, les atribuiría a ellos el buen desempeño de mi cargo ¡qué ingenuo debo haberles parecido!
          Pero el mas álgido día fue cuando llegaron mas de 27 transportes, especialmente de refugiados, incluso solo permitimos partir a cuatro, ya que las zonas de lanzamiento fueron usadas para desembarcar las cargas y los pasajeros provenientes de los territorios del Este, lugar aquel donde estaba comenzando la guerra contra la eslavia de los "bárbaros blancos". Debido a uno de esos vuelos fue donde conocí a Sylvana, esa alta, esbelta y hermosa alemana que sería mi esposa por un tiempo.
          Uno de los vuelos vendría con germanos, pero según algunos informes, serían espías, así que el jefe de seguridad de la zona, un coronel de mal aspecto, prepotente y que detestaba a los marinos, se hizo presente para llevarse detenidos sin documentación alguna a los que quisiera; sabíamos que eso significaba la muerte de muchos de esos detenidos y quizás qué consecuencia ulteriores contra el prestigio moral de nuestra patria, así que debíamos evitarlo ¿pero como? muy simple: a cada pasajeros que descendiera de las nave, lo ficharíamos nosotros y quedaría inserto en la base de datos, así esta gente despreciable de la "seguridad" le sería muy difícil hacerles daño antes de someterlos a un juicio. Pero la cantidad de nosotros que entendían el alemán era poquísimos, la mayor parte de los militares y civiles bilingües estaban en otras zonas y muchos ya en el frente Este. Y aquí es donde se necesitaron intérpretes locales, los cuales debían hacerles entender a los refugiados que serían fichados. Aquí contratamos a 4 personas y una era ella, Sylvana.
          Como los jefes debíamos dar fe del acta, dos de nosotros debimos acercarnos a cada refugiado y en su presencia ordenar su fichaje, así los traductores les explicaban el asunto, ante el cual no podían oponerse.
          ¿Sabrán esa gente que gracias a esto de los casi 4.000 refugiados, solo 3 "desaparecieron" (en las manos del coronel ese)?
          Cuando había que elegir a los traductores e ingresar a la nave, fue ella quien se acercó a mí, algo que me impresionó porque volví a sentirme aquel adolescente de 15 años que se había enamorado de ella. . .de Mystysiva.
— "Buenos días Señor XXXXX" – expresó ella y sin darme tiempo acota – seré su traductora y no se preocupe, sé hablar, escribir y leer muy bien el español, lo sé desde pequeña.
— ¡Ahhh! ¿Desde pequeña?
— Sí, mi madre era española y mi padre alemán.
— Que interesante, ahora entiendo su excelente español.
          Estuvimos una media hora conversando, ni me acuerdo ya, ella si decía acordarse muy bien, las mujeres se acuerdan de estas conversaciones muy bien. Además por primera vez desde hacía una década volvía a ¿enamorarme? de alguien con esa sensación tan infantil, pero ella no era para mí: su estatura era uno 10 centímetros mas alta que la mía. Y lo mas impresionante: aunque su raza demostraba ser caucásica del Norte, su mirada, sus ojos, sus facciones incluso algo parecido a su forma de ser era muy parecido a "ella". . . a Mystysiva.
          Usando el mismo vehículo nos elevamos y llegamos hasta la nave, aun en el aire esperando permiso para aterrizar en su zona de aparcamiento. Al elevarnos no puedo evitar mirarla y sentirme como un adolescente ¡Es la misma mirada, el mismo color ojos, la misma cabellera!
— Ud. ya entiende lo que haremos -le expliqué
— Sí por supuesto y estoy feliz de colaborar, entiendo lo que significa para ellos esto.
          Y sin dejarme responder, como si supiera lo que diría me dice:
— No se preocupe, sé que lo haremos muy bien.
— Gracias Señora Sylvana.
— ¡No! soy señorita, no soy casada, y actualmente no tengo compromiso con nadie, así que no me llame "señora".
— Muy bien Sylvana.
          Pero la diferencia de aspecto: ella una mujer muy bonita, pero mujer, madura de 27 años. Yo con mis 28 años, pero emocionalmente de 15 y aspecto de 17 años, es obviamente notorio quien toma en estas lides de las relaciones humanas las decisiones de ordenar al otro.
          El pequeño vehículo elevador junto a ella, el chofer y el asistente aparcan en una de las compuertas de la nave, adentro ya hay una docena de de técnicos listos con sus equipos para el procedimiento de fichar a todos los pasajeros. Al terminar de accesar a estos pasajeros debemos pasar a la otra nave.
          Ella habla con mi encargado técnico en español, me impresiona su excelente dominio, y esa linda mirada, los demás también la observan por el desplante que posee. En la nave hay otras mujeres de linda mirada y similar belleza a ella, pero carecen de su ángel, esa característica que hace diferente a unos y los eleva sobre otros (para bien o para mal, como sucedió con Mystysiva).
— Ustedes deben saber que si quieren desembarcar deberán ser fichados y ser sometidos a nuestras bases de datos ¿Aceptan eso? si no entonces no desembarcan.
          Los encargados traducen al alemán y otros idiomas. Nadie responde, pero al final todos aceptan, no tienen opciones ¿Sabrían que los estábamos protegiendo? Seguramente no en esa época.
          Son  casi 400 pasajeros en esta nave y debo quedarme unas 2 horas junto a ellos, mientras Sylvana con los técnicos efectúan el fichaje y transfiere la información a la base de datos en mi país. Hemos cumplido. Cuando esta nave está lista se ordena al piloto dirigirla a la zona de aparcamiento y ahí descendemos. En total son cuatro grupos que atienden al mismo tiempo a 7 naves. Durante un día fueron atendidas las 11 naves que tenían permitido desembarcar gente. Al terminar estamos cansados. Los refugiados peor aun, porque ellos viene huyendo de la guerra. Pero al menos estarán mas seguros ahora que si hubieran descendido sin ser fichados. Nunca sabrán lo que hicimos por ellos. Solo 3 de casi 5 mil refugiados "desaparecieron". Si no hubiésemos hecho esto, la cifra no habría bajado de los 100.
          El resto de los días solo naves con pertrechos y carga eran permitidas descender y despegar de este mega puerto aéreo.
          Así durante un día subir a otra nave y el mismo procedimiento.
          Algunos de los intérpretes se quedaron a trabajar con nosotros, entre ellos Sylvana. La verdad es que uno de mis asistentes, astuto este, decidió que ella se quedara cerca de la dirección de este lugar, así podrían disfrutar su presencia, porque eso era Sylvana: una hermosa presencia casi etérea, como esas diosas nórdicas que irradian una especie de espiritualidad oculta, mágica, perdida en el tiempo.
          Casi todos los días debíamos revisar asuntos en ese idioma y aunque La Red permitía ágiles traducciones, estas aun no eran capaces de interactuar con los traductores humanos.
          Al final la relación con Sylvana era de amistad: era como si ella me conociera, además se posesionó inmediatamente de mi escurridizo carácter, como una gata grande que atrapa un pequeño ratón ingenuo.
— Usted debe estar muy solo joven XXXXX.
— Porqué me dices "joven" y crees que estoy solo.
— Es que no representas mas de 15 y se nota que sentimentalmente estas solo. Una sabe de estas cosas. Y se que no eres gay  -usó un antiguo término en desuso para referirse a los hombres que se enamoran de otros hombres.
— ¡Oye mujer! Hablas demasiado bien en mi idioma y lo entiendes demasiado, para ser alemana. Se supone que Uds. no nos entienden. Ni siquiera conocen a los italianos, menos a nosotros del Sur.
— ¡Bah, bah! eso crees tú. Uds. los latinos siempre pensando que no tenemos sentimientos románticos como los que ustedes experimentan y creyendo que no los entendemos.
          La conversa sube de tono y hasta los demás se dan cuenta, menos yo.
— ¿Acaso crees que eres el único que tiene problemas de amor o de familia XXXXXXXX?  -Y mas encima usaba mi apodo como si yo fuera un compañero de la escuela.
— Y que te puede importar a ti mis problemas si no nos conocemos.
— Error, si te conozco es fácil conocerte, eres tú el que cree que nadie te ve ¿y mas encima arrancas?
— ¡Arrancar de dónde? Yo fui enviado a este lugar porque estoy en la marina. No decidí por mi cuenta llegar a tu país.
          Ya empezaban a mirar los demás y ella al darse cuenta decide acabar ante mis torpes respuestas la conversa:
— Eso creer tú Surantarctic, pero todos sabemos que eres tú el que has huido de tú país, solo te escudas en que sirves en la milicia.
— ¿Y quiénes son "todos sabemos"?
          Una de las naves de carga hacía su ingreso al sector lanzando ese sonido violento y fuerte que impedía escuchar, mientras en tierra las naves de apoyo se preparan para cualquier eventualidad, aunque esta no trae ciudadanos solo carga. Es que esas naves de aquella generación eran propensas a los contratiempos motrices.
          El fuerte viento que provocan sus motores al carretear hacia su aparcamiento distrae a todos, a mi, a ella.
— Señor, debemos volver a la torre, la última llegarán en cuatro horas -expresa el asistente Teave, un antártico apodado el Albatros nacido y criado en esa zona de colonos.
— Muy bien Albatros y prepare a la señorita Sylvana para transportarla a su lugar.
— No se preocupe "señor XXXXX" (haciendo un gesto arrogante) mañana estaré en su oficina para dejarle mi reporte del trabajo.
— Si, está bien señorita Sylvana, mucho le agradecemos su ayuda. Increíble hable tan bien nuestro idioma -Trataba de ser burlista con ella, pero me comporto como estúpido.
— Buenas noches oficial XXXXX.
— Buenas noches señorita Sylvana -Y me retiro algo ofuscado. Ahora otra mujer empieza a absorber y querer dominarme. Bastaba y sobraba con ella, la miserable que está en mi país. Fui destinado al sector europeo de Germania como ayudante de administraciones. Al llegar pude constatar el carácter inamistoso de esa raza y su desagrado, pero no por nosotros, si no en general por el resto de Europa al sentirse abandonados durante la guerra, los cuales permitieron que invadiéramos todo su continente apoderándonos de sus reservas de oro. Aunque en lo personal lo que mas me desagradaba es mi nula capacidad para entender dicho idioma, pero no interesaba ya que mis funciones solo eran administrativas y muy lejanas del contacto con la ciudadanía, solo revisando inventarios de nuestro abastecimiento para mi ejército. Además en un cargo tan insignificante no necesitaba relacionarme con esa gente.
          Pero esas cosas de la vida y debido a tantas incidentes del destino, quedé a cargo de la zona de aterrizaje y lanzamiento de las naves de transporte. Un simple oficial de bajo rango hubo de estar durante 5 días decidiendo los permisos de despegue y aceptación de entradas a nuestro espacio aéreo de esas naves, pero obviamente mi ayuda fueron 2 oficiales que notaron mi absoluta inexperiencia y ellos suplieron con la suya mis faltas de pericia, además que uno de ellos se hacía entender perfectamente en ese idioma tan difícil para mí. Convencido estoy de que mi carácter de mucha humildad hizo que ellos sintieran compasión de mi y me ayudaron, aunque talvez porque sabían que yo no era como el habitual compatriota de esos años: arrogante, ambicioso y propenso a escalar rápidamente peldaños de rango a expensas de otros, es mas sabían que si me iba bien, les atribuiría a ellos el buen desempeño de mi cargo ¡qué ingenuo debo haberles parecido!
          Pero el mas álgido día fue cuando llegaron mas de 27 transportes, especialmente de refugiados, incluso solo permitimos partir a cuatro, ya que las zonas de lanzamiento fueron usadas para desembarcar las cargas y los pasajeros provenientes de los territorios del Este, lugar aquel donde estaba comenzando la guerra contra la eslavia de los "bárbaros blancos". Debido a uno de esos vuelos fue donde conocí a Sylvana, esa alta, esbelta y hermosa alemana que sería mi esposa por un tiempo.
          Uno de los vuelos vendría con germanos, pero según algunos informes, serían espías, así que el jefe de seguridad de la zona, un coronel de mal aspecto, prepotente y que detestaba a los marinos, se hizo presente para llevarse detenidos sin documentación alguna a los que quisiera; sabíamos que eso significaba la muerte de muchos de esos detenidos y quizás qué consecuencia ulteriores contra el prestigio moral de nuestra patria, así que debíamos evitarlo ¿pero como? muy simple: a cada pasajeros que descendiera de las nave, lo ficharíamos nosotros y quedaría inserto en la base de datos, así esta gente despreciable de la "seguridad" le sería muy difícil hacerles daño antes de someterlos a un juicio. Pero la cantidad de nosotros que entendían el alemán era poquísimos, la mayor parte de los militares y civiles bilingües estaban en otras zonas y muchos ya en el frente Este. Y aquí es donde se necesitaron intérpretes locales, los cuales debían hacerles entender a los refugiados que serían fichados. Aquí contratamos a 4 personas y una era ella, Sylvana.
          Como los jefes debíamos dar fe del acta, dos de nosotros debimos acercarnos a cada refugiado y en su presencia ordenar su fichaje, así los traductores les explicaban el asunto, ante el cual no podían oponerse.
¿Sabrán esa gente que gracias a esto de los casi 4.000 refugiados, solo 3 "desaparecieron" (en las manos del coronel ese)? 
          Cuando había que elegir a los traductores e ingresar a la nave, fue ella quien se acercó a mí, algo que me impresionó porque volví a sentirme aquel adolescente de 15 años que se había enamorado de ella. . .de Mystysiva.
— "Buenos días Señor XXXXX" – expresó ella y sin darme tiempo acota:
— Seré su traductora y no se preocupe, sé hablar, escribir y leer muy bien el español, lo sé desde pequeña.
— ¡Ahhh! ¿Desde pequeña?
— Sí, mi madre era española y mi padre alemán.
— Que interesante, ahora entiendo su excelente español.
          Estuvimos una media hora conversando, ni me acuerdo ya, ella si decía acordarse muy bien, las mujeres se acuerdan de estas conversaciones muy bien. Además por primera vez desde hacía una década volvía a ¿enamorarme? de alguien con esa sensación tan infantil, pero ella no era para mí: su estatura era uno 10 centímetros mas alta que la mía. Y lo mas impresionante: aunque su raza demostraba ser caucásica del Norte, su mirada, sus ojos, sus facciones incluso algo parecido a su forma de ser era muy parecido a "ella". . . a Mystysiva.
          Usando el mismo vehículo nos elevamos y llegamos hasta la nave, aun en el aire esperando permiso para aterrizar en su zona de aparcamiento. Al elevarnos no puedo evitar mirarla y sentirme como un adolescente ¡Es la misma mirada, el mismo color ojos, la misma cabellera!
— Ud. ya entiende lo que haremos -le expliqué
— Sí por supuesto y estoy feliz de colaborar, entiendo lo que significa para ellos esto.
          Y sin dejarme responder, como si supiera lo que diría me dice: No se preocupe, sé que lo haremos muy bien.
— Gracias Señora Sylvana.
— ¡No! soy señorita, no soy casada, y actualmente no tengo compromiso con nadie, así que no me llame "señora".
— Muy bien Sylvana.
          Pero la diferencia de aspecto: ella una mujer muy bonita, pero mujer, madura de 27 años. Yo con mis 28 años, pero emocionalmente de 15 y aspecto de 17 años, es obviamente notorio quien toma en estas lides de las relaciones humanas las decisiones de ordenar al otro.
          El pequeño vehículo elevador junto a ella, el chofer y el asistente aparcan en una de las compuertas de la nave, adentro ya hay una docena de de técnicos listos con sus equipos para el procedimiento de fichar a todos los pasajeros. Al terminar de accesar a estos pasajeros debemos pasar a la otra nave.
          Ella habla con mi encargado técnico en español, me impresiona su excelente dominio, y esa linda mirada, los demás también la observan por el desplante que posee. En la nave hay otras mujeres de linda mirada y similar belleza a ella, pero carecen de su ángel, esa característica que hace diferente a unos y los eleva sobre otros (para bien o para mal, como sucedió con Mystysiva).
— Ustedes deben saber que si quieren desembarcar deberán ser fichados y ser sometidos a nuestras bases de datos ¿Aceptan eso? si no entonces no desembarcan.
          Los encargados traducen al alemán y otros idiomas. Nadie responde, pero al final todos aceptan, no tienen opciones ¿Sabrían que los estábamos protegiendo? Seguramente no en esa época.
          Son  casi 400 pasajeros en esta nave y debo quedarme unas 2 horas junto a ellos, mientras Sylvana con los técnicos efectúan el fichaje y transfiere la información a la base de datos en mi país. Hemos cumplido. Cuando esta nave está lista se ordena al piloto dirigirla a la zona de aparcamiento y ahí descendemos. En total son cuatro grupos que atienden al mismo tiempo a 7 naves. Durante un día fueron atendidas las 11 naves que tenían permitido desembarcar gente. Al terminar estamos cansados. Los refugiados peor aun, porque ellos viene huyendo de la guerra. Pero al menos estarán mas seguros ahora que si hubieran descendido sin ser fichados. Nunca sabrán lo que hicimos por ellos. Solo 3 de casi 5 mil refugiados "desaparecieron". Si no hubiésemos hecho esto, la cifra no habría bajado de los 100.
          El resto de los días solo naves con pertrechos y carga eran permitidas descender y despegar de este megapuerto aéreo.
          Así durante un día subir a otra nave y el mismo procedimiento.
          Algunos de los intérpretes se quedaron a trabajar con nosotros, entre ellos Sylvana. La verdad es que uno de mis asistentes, astuto este, decidió que ella se quedara cerca de la dirección de este lugar, así podrían disfrutar su presencia, porque eso era Sylvana: una hermosa presencia casi etérea, como esas diosas nórdicas que irradian una especie de espiritualidad oculta, mágica, perdida en el tiempo.
          Casi todos los días debíamos revisar asuntos en ese idioma y aunque La Red permitía ágiles traducciones, estas aun no eran capaces de interactuar con los traductores humanos.
                Al final la relación con Sylvana era de amistad: era como si ella me conociera, además se posesionó inmediatamente de mi escurridizo carácter, como una gata grande que atrapa un pequeño ratón ingenuo.
— Usted debe estar muy solo joven XXXXX.
— Porqué me dices "joven" y crees que estoy solo.
— Es que no representas mas de 15 y se nota que sentimentalmente estas solo. Una sabe de estas cosas. Y se que no eres homox  – usó un antiguo término en desuso para referirse a los hombres que se enamoran de otros hombres.
— ¡Oye mujer! Hablas demasiado bien en mi idioma y lo entiendes demasiado, para ser alemana. Se supone que Uds. no nos entienden. Ni siquiera conocen a los italianos, menos a nosotros del Sur.
— ¡Bah, bah! eso crees tú. Uds. los latinos siempre pensando que no tenemos sentimientos románticos como los que ustedes experimentan y creyendo que no los entendemos.
    La conversa sube de tono y hasta los demás se dan cuenta, menos yo.
— ¿Acaso crees que eres el único que tiene problemas de amor o de familia XXXXXXXX?  –Y mas encima usaba mi apodo como si yo fuera un compañero de la escuela.
— Y que te puede importar a ti mis problemas si no nos conocemos.
— Error, si te conozco es fácil conocerte, eres tú el que cree que nadie te ve ¿y mas encima arrancas?
— ¡Arrancar de dónde? Yo fui enviado a este lugar porque estoy en la marina. No decidí por mi cuenta llegar a tu país.
          Ya empezaban a mirar los demás y ella al darse cuenta decide acabar ante mis torpes respuestas la conversa:
— Eso creer tú Surantarctic, pero todos sabemos que eres tú el que has huido de tú país, solo te escudas en que sirves en la milicia.
— ¿Y quiénes son "todos sabemos"?
          Una de las naves de carga hacía su ingreso al sector lanzando ese sonido violento y fuerte que impedía escuchar, mientras en tierra las naves de apoyo se preparan para cualquier eventualidad, aunque esta no trae ciudadanos solo carga. Es que esas naves de aquella generación eran propensas a los contratiempos motrices.
          El fuerte viento que provocan sus motores al carretear hacia su aparcamiento distrae a todos, a mi, a ella.
— Señor, debemos volver a la torre, la última llegarán en cuatro horas  expresa el asistente Teave, un antártico apodado el Albatros nacido y criado en esa zona de colonos.
— Muy bien Albatros y prepare a la señorita Sylvana para transportarla a su lugar.
— No se preocupe "señor XXXXX" (haciendo un gesto arrogante) mañana estaré en su oficina para dejarle mi reporte del trabajo.
— Si, está bien señorita Sylvana, mucho le agradecemos su ayuda. Increíble hable tan bien nuestro idioma  –Trataba de ser burlista con ella, pero me comporto como estúpido.
— Buenas noches oficial XXXXX.
— Buenas noches señorita Sylvana  –Y me retiro algo ofuscado. Ahora otra mujer empieza a absorber y querer dominarme. Bastaba y sobraba con ella, la miserable que está en mi lejana tierra.

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